Tuesday, October 12, 2010

MARIPOSA


Outside my head, I cast a shadow
Not someone who's seen this side of me,
but it drifts across the ground so down I look.
I could spend my time wondering who I was,
And I could count the times that I had lost or won...
'Dreamer'... Tiny Vipers


Nadie cuenta nada porque la noticia, como todo aquí, en Catedral, es cosa que importa a pocos, que muchos sospechan pero que nadie se atreve a comentar. Sí, nadie se atreve. Lo sé yo porque lo ví y fui quien encontró la carta.


Cuando llegó eran más de las dos de la madrugada. Apenas podía caminar el hombre con quien venía. Era más alto que ella y casi estuvo a punto de caer al suelo de no ser porque alcanzó a detenerse con la puerta. No era la primera vez que venían juntos y, mientras los veía desde mi ventana, pensé que seguramente no sería la última.


Apenas unos instantes después comenzaron a surgir los gritos que como mosquitos revolotearon sobre mi cabeza durante varias horas impidiéndome dormir. Nadie pensaría que una pareja así de dispar se la pasaría tan bien. Pensé que al siguiente día tendría que repetir la rutina que sus visitas me obligaron a aprender: tratar de no vomitar mientras recogía los restos de una 'noche loca' que en forma de sangre quedaban estampados por todas las sábanas. Pensé que una vez más haría de una de mis muchas rutinas, compañera del día.


Pude cerrar los ojos apenas unos minutos después de que cesara el ruido. Cuando me desperté su puerta seguía cerrada. Corrieron las horas y a eso de la una de la tarde fue necesario ir a despertarlos. Nadie hizo caso. La vieja madera retumbó una y otra vez hasta que una llave terminó con el encierro.


Recuerdo poco de lo siguiente, tan sólo que me dio tiempo de tomar el sobre que estaba sobre el tocador antes de perder el sentido. Tras ello, sólo me acuerdo del olor de alcohol en mi nariz y la cara del paramédico que me atendía. Los ruidos de las sirenas inundaban el lugar, policías y patrullas rodearon la zona y una gran ambulancia fungió como cereza de un macabro pastel.


Me contaron que el pequeño cuerpo que descubrí sobre las sábanas había sido envuelto en una oscura bolsa de plástico negro y trasladado sobre una camilla. Pensé que las sábanas, antes blancas y luego impregnadas de un intenso rojo, envolvieron suave y húmedamente al cuerpo de una pupa cuyo capullo final estaba hecho de polietileno. Pensé que dicha pupa estaba volando ya.


Pasaron los días y las declaraciones. Nadie supo nunca nada y mi testimonio se limitó a lo que aquella noche escuché y lo que aquella mañana pude ver. El olor acre de la habitación me remite al rojo oscuro de esa mañana.


La recuerdo tan pequeña y tan niña. Tan mariposa.


No he abierto el sobre que encontré. Pienso que tal vez sean sólo los trazos del vuelo final. Pienso que nadie debería nunca interrumpir ese tipo de cosas...


***********************************************


El Catedral es un hotel de esos que nadie recuerda y muchos visitan. De esos escondidos en los centros históricos de ciudades a las que podemos nombrar o recordar...

***********************************************
1

Monday, October 04, 2010

ÍTACA


"Lo humano me satisface, pues allí encuentro todo, hasta lo eterno"... Memorias de Adriano, Marguerite Yourcenar

Fueron pocos los pasos necesarios, muy pocos. Poca la velocidad de estos y sólo necesaria la intención. Más de las dos de la tarde, nadie en casa, apenas unos cuantos minutos de distracción y las puertas de una vida nueva se abrieron para él.

Pensó en el maravilloso color azul y lo brillante que luciría aquel viejo coche bajo un día soleado. Imaginó que sería cuestión de días para que finalmente pudiera tomar las llaves y salir, dando el brazo a Josefina y cargando a Augusto con el otro. Todos les verían, todos desearían ser ellos. El carro azul de ensueño comenzaba a rodar por las calles de una ciudad con visos de progreso y prosperidad.

Imaginó a Augusto cantando canciones y resucitando preguntas. Soltándolas al vuelo. Se imaginó a si mismo atrapando las respuestas en el aire y mezclándolas con las palabras más sencillas, no para que el niño entendiera, sino para que él no se perdiera entre ellas. Vió entonces a Josefina tocándose el cabello mientras le sonreía dulcemente.

La sonrisa que soltó fue el gozne que cerró para siempre la reja de las lamentaciones ajenas, desatando la tormenta de la eterna incertidumbre para todos los que en algún momento no entendieron que la vida dura apenas unos instantes.

Se levantó de la silla que lo vio derretirse desde hace varios años. Atrás dejó las píldoras y los reproches que supuestamente lo conectaban a esto que llamamos 'mundo real', para salir a buscar 'mar enlatado' y con él pintar ese carro que siempre quiso manejar. Ese que lo acompañó durante todo este tiempo en el que un adulto Augusto lo despidió como padre, asignándole un lugar en el resquicio al que algunos llaman 'consideración de un hijo responsable'. Se fue dando los pasos necesarios para preparar el paseo soñado para él y Josefina, su Josefina, cuya partida mortal no recuerda por eso a lo que otros llaman 'enfermedad' y que sin embargo fue motivo de esta nueva aventura.

Nadie le vio salir porque aquellos que caminan entre sueños son invisibles a los ojos de los seres terrenales. Nadie le vio irse y seguro nadie le verá regresar. Él, mientras tanto, seguirá persiguiendo el sueño de un paseo familiar, paseando desde ya, para siempre y sólo para él, disfrutando las andanzas de ese viaje a la locura que sólo podemos realizar cuando nos olvidamos del pasado. Sea el olvido diagnóstico o una dulce decisión... Se tengan veinte, cien o mil años...

Ulises en hombre e Ítaca en corazón...

**************************************************
Descansa paciente en alguna calle de esta gris ciudad un carro que desata sueños...