Thursday, February 28, 2013

INSOLENCIA DE LA LUZ

A María y a Mónica en un día de belleza.


Inicia el día con la casa vacía y la ventana dejando entrar al mundo entero en forma de insolente luz. Nada perdona la claridad. Nada perdona la templanza.

Sé que hoy pasará. Isabel llegará, tras sentarse, dejará las flores a un lado -un fragante bouquet de rosas y astromelias- y abrirá su libro. Jugará, jugará a leer a Proust. Del otro lado en este universo dividido por un traidor ventanal, Eugenia le dirá que sí, que debe entrar ya.

La vida te susurra al oído cuando quieres ver y te abofetea cuando quieres oír. 

Espero ansioso. La puerta se abre y toda Isabel irrumpe. El tiempo ha urdido una tregua. Sólo esto existe.

Veo lo que dicen. El silencio espía conmigo.

Isabel y su labios fraguan una partida: "Tu cabello es como fuego que se besa con el viento, Eugenia".

Eugenia cierra el gozne sin palabras. Sus dedos sobre el cuello de Isabel dicen "no puedes perder a quienes no existen".

Afuera un cadáver de flores. Adentro, brotes de música y sonrisas.