Una hebilla dorada parte en dos tu carne. Partio tu vientre. Brillante es la tira delgada y larga que cercena al momento y de tajo el respirar tranquilo que debieras tener. Es un cinturón Gucci de hace unas temporadas apenas. Sabes combinarlo con un perfecto vestido negro, y tacones altos. Todos ellos bailan en perfecta armonía con un largo bolso tipo cartera y manos perfectas, delgadas con uñas redondas y sanas. No hay maquillaje más que un poco de brillo en los labios, cabello mediano lacio y poca mascara en los ojos. Ningún anillo.
Algo resuena en tu cabeza y no te das cuenta de lo que es. Y te sobran miradas perdidas y sonrisas fingidas que se han vuelto desde hace tiempo tus mejores accesorios. Y los murmullos de los niños y las quejas de las madres son un indescifrable laberinto de palabras y chillidos que no entiendes. Los escuchas a diario y vas a dormir con ellos. Sientes entonces que te asfixias y no te das cuenta de lo que es. Sólo culpas a la hebilla. Y lo único que te abraza por estos días es la correa de tu bolso Dior.
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1 comment:
Muchas gracias por tu comentario en mi Blog.
El tuyo es muy interesante, romántico y emotivo.
Saludos muy cordiales
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