LIBÉLULA

En el fondo, en el siempre, está uno esperando...

Y así, ¿qué?,
espera uno la voz, el canto...
presiente el miedo y el olor de éste desata torbellinos de piel,
nocturnas huracanas de promesas...
vívidas lecciones nunca ensayadas...

Los miedos forjan bosques,
siembran fortalezas metálicas cimbradas de huesos otroras lanzas,
catapultan latidos metastásicos, lumbreras expansivas de mezquinos dolores...
y uno aquí sólo mira una flor...

entibia el sol a los minutos hambrientos de certeza,
alimenta con placebos los moncebos,
adormece a las ninfas,
materializa libélulas color acqua...

y sólo pide uno luz lunar,
tierra de oro,
son y sol,
calma blanca...

y espera,
y te espero,
y te ruego sin palabras,
que llegues, que te quedes, que ames, que abras, que seas, que seas con todo,

que te llames como quieras,
que ilumines, que ablandes,
que disfrutes, que duermas...
que te quedes aquí en medio del abrazo que preparé desde hace tanto...

que no te levantes de nuestro tierno estar,
que dormidos juntos despertemos eternamente,
que corramos, que volemos en un cielo por nosotros encontrado,
que hablemos en un idioma por nosotros creado... que amemos con todo

asimou belicú,
sú abú, dedimeu, ason de mous queroú,
diqué sansá, adi dimá, va tetú amei deisá... tu e tu e mú a pi...
miená, dadi má, dameisá...

y se queda uno dormido abrazando al corazón,
esperando desde siempre convencer a tu razón,
espigando horizontes con dorados deseos que para siempre,
alimenten tus verdades...

y sólo ve uno el verdoso vuelo del amor...

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y duele el corazón de tanto esperarte, de tanto abrazarte en medio de noches eternas en las que despierto para quedarme de nuevo contigo, desnudos en un momento insano que semeja al cielo, que promete alegorías humanas, que da vida...
quédate conmigo, te lo pido, que llegues, que ames, que notes...
que entiendas...
porque duele el corazón tras sospecharte,
tras verte,
tras quererte y aún no tenerte...