DESPUÉS

El nuestro fue orgasmo eléctrico y estruendo caliente,
y sexo, sólo sexo de noche con manos amarradas a la cabecera de tu cama,
vértigo y carne, labio y pezón, y al final suerte.

Un portazo en la mañana y una pierna desnuda enroscada en tu cintura.
Una, dos, tres, mil lenguas entre tus muslos y dos ojos cerrados entonces (cerrados ya siempre)
Después cobijo y después punzada que nunca mata.
Después yo y después tu.

Después tu sólo fuiste, ahora yo sólo soy.
Los descabezados y los duendes no nos miran ya.
Ni los atrios nos espantan ni los cirios se apagan. Ya ni hay cirios.
Las maldiciones fueron sólo lumbre y nosotros fuimos sólo sangre.

Y antes...

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Y hablo de entonces porque esto que tenemos es eterno.

TRES GOTAS

En la misma ciudad y con la misma gente...
Deseo que se te pase pronto. Aunque ni amigos somos.


De las traiciones elijo aquélla que se mezcla con agua y no sabe a nada...
Esa que mata de mañana con certeza de daga; esa que no punza cual espina en la garganta,
El día que te vayas cierra la puerta y corre la persiana.

Tres gotas en un vaso de agua.

No te arriesgues al trabajo de carne y al abrazo en frío,
Nunca confíes en la madrugada,
El día que te vayas de piedad no te acuerdes,
Hazle el amor a esa puta llamada saña,
El día que te vayas deja los pasos en la pira de los recuerdos,
Guarda las canas y cómete los perdones,
No los dejes en la cama.

Regresa -sí apeteces mi calma mezclada con aire-
Regresa de mañana,
Cierra la puerta y llora,
Llora la carne - que el alma-
habrá sido sólo tres gotas mezcladas con agua.

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Veneno y alivio.

MAPA

Doblar a la derecha en el lunar que casi besa tu pezón izquierdo. Caminar cuarenta besos (ni uno menos) hasta llegar al valle de los mirasoles. Comer. Dormir en el heno. Montarte y montarme en caballos que no son del cielo. Nadar en el agua de lluvia que canta en las pozas de tu baja espalda. Morir en tus nalgas y despertar de mañana para buscar de nuevo, ahora escribiendo yo el camino.

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Leí las instrucciones en el mapa de piel que llevas en tu espalda. Tus piernas confirmaron el camino y el viento se quedo callado. Dejó que te comiera con los ojos. Ni siquiera te conozco pero se donde encontrarte.
Desde aquí te huelo.